¡Hola! Pues aquí estoy una semana más y hoy no os voy a hablar de localización o videojuegos (desgraciadamente para mí). La entrada de esta semana va a tratar sobre vivir fuera de tu país y yo concretamente hablaré de mi experiencia personal viviendo en Bucarest. Así pues, intentaré explicar un poquito cómo me siento y las diferencias que veo (no os preocupéis, que también os diré si es caro o no estar aquí 😉 ).

Llevo viviendo en Bucarest (Rumanía) ya algo más de seis meses. Llegué el 5 de enero de este año y la verdad es que lo primero que me recibió fue una alfombra de nieve que me llegaba hasta las rodillas y claro, ¡flipé! Como podréis imaginar, siendo cordobesa… pues, bueno, puedo decir con certeza que esa fue la primera vez en mi vida que vi nieve, pero nieve de verdad y, bueno, tras unas cuantas tormentas al final te acostumbras y se está bastante bien (yo he llegado incluso a ir en manga corta cuando todavía había nieve a mi alrededor). Es curioso, pero a mí me parece que cuando nieva hace menos frío.
En fin, os voy a decir que encontrar piso para mí fue casi imposible. Hay que tener en cuenta que yo también lo quería con ciertas características (cerca del trabajo, en cierta zona concreta…) pero, aun así, ¡madre mía! Qué desesperación, ni siquiera cuando tenía que buscar piso para la universidad me costaba tantísimo. El precio de los apartamentos también varía mucho, dependiendo de lo que busques. No penséis que es mucho más barato que España u otros países europeos. Es cierto que lo que es la luz, el gas o el agua salen más baratos (bastante más), pero también tened en cuenta que los sueldos suelen ser más bajos. Y hablando de dinero, en Rumanía no se usa el euro (¡¿cómooooooorl?!). Lo que ellos tienen aquí es el leu que creo que literalmente en rumano significa león (un leu, dos lei) y que equivale a aproximadamente 4,50 euros. Una pasada, ¿verdad? Hace poco vino mi madre a verme y flipaba con lo barato que era todo, claro está que ella venía desde España con un montón de euros en el bolsillo, pero para mí, que tengo un sueldo pagado en otra moneda, hay cosas que ya no me empiezan a parecer TAN baratas. Y esa es otra, me costó muchísimo desacostumbrarme al euro, ¡pero muchísimo! Veía los precios y pensaba: anda, esto al cambio son 3 euros… qué barato…, pero claro, luego conforme iban pasando los meses no me salía tan rentable. Seguro que cuando vuelva a España, 3 euros me van a parecer LA COSA MÁS CARA DEL UNIVERSO.
En cuanto al idioma, pues bueno, os puedo decir que no hablo NADA. Sé pedir bolsas para cuando voy de compras y poco más. Personalmente, el rumano es un idioma que no me gusta demasiado y por eso mismo no me dan ganas de aprenderlo, además, es bastante complicado. Claro, muchas palabras se parecen y más o menos puedes hacerte una idea, yo he aprendido a desenvolverme de forma que pueda sobrevivir. La gente suele ser bastante amable cuando te ven perdido e intentan explicarse lo mejor que pueden… o eso dicen, la verdad es que yo gente así no he encontrado mucha, por lo general te contestan poniéndote mala cara o si ven que no entiendes hacen aspavientos con la mano y se van (te mandan al quinto pino, básicamente).
Eso sí, la comida es DE-LI-CI-O-SA. De verdad, lo digo en serio. Nada que envidiar a la española. No hay muchísima variedad, pero la que hay está muy muy muy muy buena. Yo personalmente soy una fan incondicional de la mamaliga que básicamente es harina de maíz con agua y hala. El sarmale también me gusta muchísimo: carne de ternera o pato con verduritas y arroz o cosas así, todo envuelto en col u ¡ojo! en una hoja de parra.

Resumiendo un poco ya y para terminar, a pesar de lo que he dicho aquí he de confesar que Rumanía me ha enamorado, Bucarest también. Me parece una ciudad preciosa, ni muy grande ni muy pequeña (¡hoy por hoy solamente tiene 4 líneas de metro!), lo que te hace poder ir caminando a prácticamente cualquier parte de la ciudad y que encima nunca te aburras porque siempre hay algo que hacer y mirar. En invierno la nieve es preciosa y divertida, en verano hace tanto calor como en España (fácilmente llegan a los 40 grados). Los paisajes son preciosos, prados verdes y muchísima vegetación. Eso sin hablar de que ya como salgas de Bucarest te puedes encontrar pueblecitos o ciudades tan bonitos como Sinaia o Brasov, vistas de ensueño. En fin, como he dicho, me recuerda mucho a España y, por lo tanto, no siento tantísima melancolía ni se me hace un sitio extraño en el que estar. Por eso pienso que, aunque sé que Rumanía puede parecer un destino no muy atractivo, yo, sinceramente, pienso que no solo es un país digno de visitar, ¡si no un país en el que vivir!
Hala, enjoy! ü
Mariel~